miércoles, julio 26, 2006

Depeche Mode llevaban al mismo encargado de seguridad que ha venido las dos veces anteriores con Robert Smith, un gigantón que a primera vista asusta, pero en el fondo es un buenazo. El primer año que vinieron The Cure al festival organicé una rueda de prensa con Smith, sobre las nueve de la noche en un hotel cercano. Les había dicho que el hotel estaba a cinco minutos, pero no contaba con que los limitados accesos al festival hacen que, en una hora punta como aquélla, cualquier deplazamiento se alargue mucho más de lo normal. Yo iba sentado delante, junto al conductor, y detrás iban Robert Smith y su guardaespaldas. Tras diez minutos de avanzar con lentitud, nos quedamos parados entre dos coches, con la gente pasando a pie por nuestro lado (afortunadamente sin darse cuenta de quién iba en el coche). El niño grande empezó a moverse en el asiento, y enseguida noté el aliento del guardaespaldas en mi nuca, diciendo: me habías dicho diez minutos... Cuando llegamos y dejamos a Smith sentado frente a la prensa con el traductor, me echó una bronca de escándalo. Al ver que le aguantaba la bronca sin rechistar pero sin achantarme tampoco, cambió de expresión, se puso a reir y me dijo con expresión burlona: tienes suerte de que no haya pasado nada. La siguiente vez que vino al festival nos reímos juntos de aquello, y anteayer cuando me vio vino directamente a saludarme.
No sé si el que llevaba la seguridad de Placebo es igual de majo, pero por lo que vi prefiero no arriesgarme a comprobarlo. El domingo por la noche estaba hablando con el manager del grupo en el pasillo de los camerinos A, y junto a nosotros estaban Brian Molko y su guardaespaldas. En un momento dado, Molko le dijo en voz baja pero perfectamente audible al guardaespaldas, señalando hacia donde yo estaba: saca a ese tío de mi vista. Mis ojos se abrieron como platos cuando el gorila se giró hacia mí, hasta que el pequeño cantante de Placebo le corrigió: no, al del bigote no, a ese otro de ahí. Nos giramos todos, y vimos a un zombie barbudo con los brazos abiertos, que mientras salía en volandas de los camerinos repetía: ¡sólo quiero saludar a Brian!

sábado, julio 22, 2006

En el escenario está montada la batería con el parche de la bandera italiana y un gran gong con la palabra tormentors escrita sobre el cobre.
Estaba hablando por teléfono tras el escenario, y un coche ha aparcado a mi lado. Del coche ha salido él, Stephen Patrick Morrissey. Como rezaba aquel eslogan del Barça: Aquest any sí!.

Casi veinte años admirando a los Pixies de lejos -y casi diez tratando con artistas de renombre sin dejarme impresionar-, y ayer me meto en su camerino, hablo con ellos, los acompaño a la rueda de prensa, les explico el funcionamiento... y no me atrevo a decirles nada de cómo me cambiaron la vida, de que la primera vez que salí solo de Mallorca fue para ir a verles a Barcelona, de que aprendí a tocar la guitarra destrozando sus canciones. Tampoco es que infundieran un respeto especial o me pusieran nervioso (demasiado tiempo haciendo este trabajo), pero por momentos me sentía como si volviera a tener quince años.
Un simpatiquísimo David Lovering, que ha pasado casi más tiempo ejerciendo de mago que tocando la batería, se dedicó a entretener a la gente haciendo juegos de magia con cartas, elásticos y pequeños objetos que encontraba por ahí y hacía desaparecer con facilidad. Pero lo mejor fue cuando reconoció a su acompañante, con insistencia además, que uno de sus magos preferidos de siempre es Juan Tamarit. Un maestro, dijo.
Los otros hitos del día fueron encontrarme con Shane McGowan bebiendo en el camerino de Babyshambles (antes de salir a interpretar con ellos una gloriosa recreación de "Dirty Old Town", que me hizo pensar en lo bien que les salía a los Satellites), y comentar con Roberto, Pepo y Malela la noticia del día anterior (hoy en todos los periódicos e incluso en las noticias de Cuatro): la megalomanía de Baltasar Garzón, que llega al punto de amenazar con demandar a un grupillo de amigos cargados de ironía por utilizar su nombre para su proyecto musical. Por el momento, parece que para los ex-Garzón la cosa no podía ir mejor: profuso despliegue de publicidad gratuita (como se pongan a vender EP's salen en listas, que ahora basta vender dos ejemplares), menciones continuas a su ingeniosa web, y cambio de nombre por parte del grupo, de acuerdo con los tiempos, a Grande-Marlaska. Pobre Garzón, se ha acabado tu época. Además, Marlaska ya ha declarado que todo esto le hace mucha gracia, y que no piensa tomar ningún tipo de medidas. Si es que hay que tener un poco de sentido del humor.

viernes, julio 21, 2006

No sé cuál de los dos me parece más entrañable:

- un señor con cargo que tenía mil abonos para repartir y le sobran unos setecientos. Antes de empezar el festival, decide no repartirlos porque así la gente estará más a gusto en el recinto.
- una página web que titula "El FIB califica la actuación de MORRISON en el festivel de sueño", y lo ilustra con una foto del insigne Van the Man.

Seguiremos informando.

jueves, julio 20, 2006

Aldo acaba de comenzar su ya tradicional sesión inaugural con el Come Together de The Beatles (ahora suena Morrissey), y ya hemos tenido la anécdota del festival: un amigo de Howe, canadiense de origen japonés, se ha presentado sin previo aviso en la caseta de acreditaciones. Normalmente no se hace caso a este tipo de peticiones (el día de su actuación a los artistas les salen amigos de debajo de las piedras), pero en acreditaciones le han cogido cariño al verle doblado bajo el peso de una mochila ENORME, con una infinita paciencia digna de un samurai, y una dulzura propia de un maestro zen. Se han tomado la molestia de venir a preguntarme, y al decírselo a Howe inmediatamente se le han iluminado los ojos. Era un amigo al que hacía más de veinte años que no veía.
Pero mejor es la historia del amigo: estando en el sur de Francia se metió en la web de Giant Sand, y al ver que tenía varios conciertos en España decidió bajar a ver si podía encontrarse con su amigo (¡se conocen desde antes de Giant Sandworms!), y decidió hacerlo... ¡en autostop! Al ver que no llegaba al concierto de Sevilla, cambió de rumbo y se dirigió a Benicàssim, hasta que ha conseguido entrar. Ahora pasea feliz y hace fotos a diestro y siniestro con su pase de toda área por el backstage, mientras suena de fondo Spiritualized.
Esto no podía empezar mejor.

martes, julio 18, 2006

Comienza el jaleo de Benicàssim, la semana en el motor de un festival, como lo llama Víctor Lenore.
Estoy hasta arriba de trabajo, porque al curro habitual del FIB se me suma este año el mogollón de los conciertos de Howe Gelb con el coro de gospel (dieciocho personas on the road, un pequeño pueblo de gira por la península), aparte de otras colaboraciones y trabajos particulares. Veremos si tengo tiempo de escribir algo en tiempo (ir)real: en el Centremàtic no lo tuve, pero también es cierto que en el FIB tengo el ordenador mucho más a mano y siempre hay algún rato muerto.
De entrada, varios temas interesantes con los que tengo que lidiar. Uno, Sam Mendes estará en el festival grabando imágenes para un documental sobre Rufus Wainwright. Dos, viene al festival (y también al Jazzaldia de Donosti y al concierto de Lisboa) Maria Mochnacz, esposa de John Parish y artífice de la mayor parte de fotos y videos de PJ Harvey, para grabar las últimas imágenes de su documental sobre la gira de Howe y el coro.
Y tres, Morrissey va a dar este año una (buena) sorpresa a los fans que no se puedan acercar a Benicàssim. Esta última esperaré a que la desvelen otros en el momento oportuno, que no hay por qué levantar la liebre antes de tiempo. Y también puede ser que nos haga otra espantá, que con este hombre nunca se sabe... Aunque, como dicen los de La Hora Chanante: éste si dice que va, es que va.

lunes, julio 17, 2006

Crónica de la Semana Fantástica

Lo del Centremàtic el martes fue un escándalo. Ya el lunes la actuación de Biosphere (fría y oscura como un glaciar del círculo polar) anunciaba lo que podía venir al día siguiente: a pesar del calor, del día que invitaba a la playa y a las terracitas, más de doscientas personas se acercaron a dejarse envolver por el ambient romántico con toques de jazz del noruego.
Esa misma noche, Isan y Damo Suzuki hicieron buenas migas compartiendo cervezas con nosotros (bueno, yo me tomé un Laccao) en el Bar Bosch.
El martes, los problemas técnicos inherentes a cualquier festival hicieron acto de presencia, pero tras la comida fraternal todo el mundo veía el futuro inmediato con buenos ojos. Damián Schwarz llegó con retraso por culpa de la huelga de pilotos: llegó, probó y venció con un directo impecable sobre las inquietantes y hermosísimas imágenes de los documentales de Jean Painlevé. Mientras tanto, en la Sala de Paper había comenzado antes de tiempo la proyección en loop del directo de Kraftwerk en 2004, y los más impacientes recibían sus primeras raciones de electrónica melódica.
La actuación de Barbara Buchholz, dulce y simpatiquísima, fue toda una lección magistral del uso del theremin. Esta mujer es una virtuosa (es alucinante verle mover un nudillo y cambiar la nota y la intención de la melodía) que, además, adereza sus actuaciones con pequeños discursos explicando la historia y el funcionamiento de su instrumento. Una delicia.
DJ/Rupture se comió el Auditori con una sesión alucinante a tres platos en la que viajaba sin problemas aparentes del ragga a la música concreta, de la música árabe al hip-hop. Menudo viaje.
Isan tuvieron que bregar con el calor en una sala que se quedó pequeña y se convirtió enseguida en un horno insoportable. A pesar de ello, dieron un concierto magnífico y demostraron que tienen bien merecida su reputación de pioneros de la indietronica (ellos hacían eso mismo cuando nadie hablaba de ello). Por cierto, Isan y Barbara Buchholz estuvieron hablando de una futura colaboración, así que debemos buscar efectos colaterales de Centremàtic en el futuro cercano de ambos artistas.
Finalmente, Damo Suzuki y, sobre todo, los cada vez más grandes Phogo, cerraron el cartel con uno de los conciertos más fabulosos que recuerdo. Y no lo digo sólo yo, que podría perder perspectiva como programador y culpable directo de este inusual matrimonio: Antony Ryan de Isan se me acercó al acabar el concierto y me dijo: Gracias por uno de los mejores conciertos que he visto en muchos años.
Los conciertos de Damo dependen mucho del grupo de sound carriers que le acompañe en ese momento (se avecina uno muy apetitoso este invierno en Bilbao, liderado por Rober! de Atom Rhumba), y obviamente la elección de Phogo se mostró acertadísima. Ampliando la formación con un trombonista, otro guitarrista y un miembro adicional al laptop y efectos, Phogo hicieron mucho más que poner las bases para las improvisaciones de Damo: se convirtieron en una apisonadora de hard-rock psicodélico y dub extraterrestre que dejó sin palabras a la mayor parte del público (evidentemente hubo bajas, que huyeron aterrorizadas ante tamaña descarga de volumen y energía desbocada). Sabíamos que iban a improvisar, y sabíamos que iban a hacerlo bien, pero es que aquello fue histórico, una burrada: siete personas en el escenario, canalizando todas sus energías hacia el mismo punto hasta hacerlo estallar en añicos. En los casi cincuenta minutos que duró aquello hubo algunos (pocos) momentos de duda, titubeos normales en la improvisación, pero la mayor parte del concierto fue una excitante catarsis en la que, felizmente, las mentes de todos los intérpretes estaban en comunión. Un concierto brutal y maravilloso. El Auditori estaba lleno a rebosar, y la gente estaba desparramada por los pasillos, sentados en el suelo, de pie junto a las paredes, estirando el cuello desde fuera para tratar de ver algo... La escena, y la música atronadora que escupían los altavoces, me recordó en varias ocasiones a MC5 en sus momentos de esplendor. Vale, no estuve en Detroit en el 68, pero sí estuve en este concierto mágico e irrepetible.

El miércoles, sin demasiado tiempo para descansar, recogí a Francis Macdonald junto a la Catedral después de comer con Vidal Romero. Antes del concierto de Nice Man en Ses Voltes, Francis vino a la radio y grabó un par de canciones deliciosamente bonitas, en ese estilo entrañable y divertido que le emparenta directamente con Jonathan Richman o Ben Vaughn. Teníamos dos conciertos con él: el del miércoles en Palma, y uno más el viernes en el Port de Sóller. Después de la prueba de sonido de este último, casi anocheciendo, bajamos a nadar un rato y se nos unió Ciara (su novia, la chica que aparece en la portada del "If you're feeling sinister"). Acabamos el fin de semana nadando de nuevo en Es Trenc y comiendo paella con más amigos (GYth), antes de que me tocase volver a la realidad y enfrentarme al vértigo de Benicàssim. En fin, a por ellos, oé.

jueves, julio 06, 2006

Don Was, legendario productor (y menos legendario músico de funk blanco), echa un poco más de leña al fuego en la eterna discusión sobre la primacía del sonido digital: En los últimos años, desde que puedo llevarme CD-Rs a casa desde la planta de masterización, he comprobado que hay una asombrosa diferencia de calidad entre las diferentes fábricas de CDs. Si crees que lo digital es perfecto, tengo malas noticias para ti. Muchos nos hemos dejado engañar por el mito de que sólo son ceros y unos y que, por tanto, las copias son perfectas. No lo son. Las variaciones de calidad son enormes, y a menudo aleatorias. Sólo con cambiar la forma de enchufar un cable ya puede haber una diferencia. Y en estas fábricas no hay control de calidad, aparte de alguien comprobando si se mantienen los niveles correctos.

miércoles, julio 05, 2006


Noticias que corren como la pólvora: Jarvis Cocker abre un myspace el lunes (anteayer), con una nueva canción en solitario.
El miércoles (hoy) ya tiene casi 19.000 visitas.
La canción, que es mucho mejor que lo de Relaxed Muscle (incluso mejor que lo último de Pulp, si me apuran), tiene pocos números para trascender en los hipócritas medios anglosajones porque cuenta con varias palabras malsonantes, entre ellas cunt repetido hasta la saciedad en el estribillo (cunts are still running the world, gran frase). Como Ana Torroja metiendo puta con calzador en su última canción para llamar la atención. Lo mismo.
Eso sí, es un placer reencontrarse con un Jarvis en forma y sin pelos en la lengua, pero las letras sobre working class viniendo de una estrella del rock inglesa que vive un plácido retiro en Francia le hacen a uno levantar la ceja, cuando menos.

martes, julio 04, 2006


Por fin, casi dos años después de que se empezase a gestionar su edición, ha visto la luz el tributo de los grupos mallorquines a Cerebros Exprimidos. Un disco hecho con cariño y dedicación, con la única ambición de homenajear a uno de los mejores grupos que han dado las islas. Como es normal en estos casos, la selección y las interpretaciones van de lo glorioso a lo poco honroso, pero la irregularidad queda enmarcada en todo caso por los fantásticos extremos: el disco comienza con Doctor Martín Clavo insuflando nueva rabia a un magnífico ¿Qué quieres de mí?, y acaba con Los Malditos releyendo con chulería y feedback (entre Burning y The Velvet Underground) la imaginería New York Dolls de Zapatos de piel.
En el libreto hay algunas fotos magníficas, y varios textos: de Jaime Gonzalo, Rafel Creus, Txxxus Troll, y el que sigue, escrito por su seguro servidor.

Mi iniciación al sangriento mundo paralelo de los Cerebros Exprimidos fue en esa primera adolescencia en la que a uno le enrojecen los ojos de tanto abrirlos para no perderse nada (y también por otras cosas que se van aprendiendo por el camino). Una época inocente y llena de expectativas en la que tanto nos daba escuchar a The Exploited como a Aventuras De Kirlian. Como ahora, en realidad, pero quizá con más confianza y menos cicatrices. Digo nos y digo bien porque, en buen espíritu adolescente, la música y el descubrimiento de nuevos grupos dispuestos a cambiarnos las vidas eran una experiencia coral, compartida en pandilla, intercambiada entre amigos y confidentes. Para cuando conocí a los Cerebros, yo ya había vendido mi alma al rockandroll y había jurado no aceptar las reglas de un mundo adulto que nunca he comprendido del todo. Era un grupo que ensayaba a tres manzanas de mi casa, y que sin embargo era capaz de conjurar la sensación de urgencia, de misterio y de peligro del rock más excitante. Y cuanto más profundizaba en su mundo, cuanto mejor les conocía, tanto más fascinante me parecía esa mezcla de agresividad y ritmo, de velocidad y de estridencia, ese violento viaje que los llevaba desde el glam-punk a lo New York Dolls de sus inicios hasta el rapidísimo hardcore metal de sus últimos discos. Podías afirmar tu rebeldía y decir desafiante que te gustaban los Cerebros Exprimidos, y sabías que el rockandroll estaba de tu parte, protegiéndote del resto. Pero además, con ellos podías hablar también de The Jesus And Mary Chain (escucha sus primeras maquetas), o de los Beastie Boys, o de música disco, y tenías que mantener siempre los ojos tan abiertos para no perderte nada que, al volver a casa, estaban tan enrojecidos que parecían inyectados en sangre. Por el motivo que fuera. Por eso, y por otras cosas que aprendí por el camino (a veces junto a ellos), Cerebros Exprimidos serán siempre para mí un grupo legendario e inigualable, cuatro músicos que tuvieron una vez en sus manos el secreto del rockandroll.

lunes, julio 03, 2006



Este tipo que recuerda a Hunter S. Thompson según Johnny Depp en una terma romana es el productor Scott Storch, pasando el rato en el baño de su casa. Storch se ha hecho multimillonario produciendo canciones a Dr. Dre, Beyoncé, Justin Timberlake, Christina Aguilera y muchos otros. Ahora está enfadado con la Aguilera porque, después de haberla ayudado a vender doce millones de discos produciéndole siete canciones de su disco anterior, ahora Christina no quiere renovar la relación en el nuevo disco. La explicación de Storch no tiene desperdicio: "dije al equipo de Christina Aguilera que necesitaba un avión privado para ir a L.A. Tenía que llevar equipo, ropa, a mi gente. ¿Quieres que traslade mi vida de Miami a L.A. durante seis meses, y no puedes conseguirme un avión para que lo haga?".
Impagable (nunca mejor dicho).