miércoles, mayo 31, 2006

Atención fanes de Big Star que vivan en Barcelona o vayan al Primavera Sound: Ken Stringfellow nos ha escrito a sus contactos hispanos para pedirnos un técnico de guitarras y backline para su concierto del sábado. Básicamente su función sería cuidar, afinar y remendar en su caso las guitarras de Mr. Alex Chilton. ¡Glups!
Interesados ponerse en contacto con urgencia (me encanta esto de poner noticias de tablón aquí).

martes, mayo 30, 2006

Mientras están atentos a sus pantallas para no perder detalle del inminente fibnuncio chanante, otro adelanto sin desperdicio: el nuevo disco de Charlotte Gainsbourg (la hijísima del Lemon Incest), con todas las músicas compuestas por Nicolas y Jean-Benoît de Air, y las letras por Jarvis Cocker, con alguna adicional de Neil Hannon. Un ca-ra-me-lo.

lunes, mayo 29, 2006

No sé aún dónde o cuándo lo van a emitir, pero el anuncio del FIB que han hecho los de La Hora Chanante es cojonudo. Cosa fina, como dicen ellos. El final me recuerda muchísimo a los capítulos más surrealistas de The Young Ones, serie mítica donde las haya.

jueves, mayo 18, 2006

En su libro Double Trouble -una ocurrente serie de ensayos en torno a las figuras de Elvis y Clinton, como icono y epígono de la cultura norteamericana contemporánea-, Greil Marcus incluye una breve entrevista con David Thomas, de Pere Ubu. Entre otras lúcidas reflexiones, Thomas dice que "la cultura sucede en secreto, todo el arte es secreto. La gente ordinaria sólo ve las cenizas del arte, o sus fracasos, o ciertos momentos congelados. Sólo en muy raras ocasiones los grupos consiguen atrapar la realidad en un concierto; la mayor parte de las veces la alcanzan en ensayos, en momentos perdidos. Nadie llega nunca a verlo, ni a saber nada sobre ello". Pero añade -la acotación es de Marcus-, refiriéndose al running back de los Cleveland Browns en los 60, luego actor de éxito y rey del blaxpoitation, "Jim Brown lo entendería. Creo que los jugadores de béisbol y los jugadores de fútbol lo entenderían".
Ayer por la noche Henry, Eto'o y Larsson nos ofrecieron algunos de sus secretos. Ronaldinho se los guardó para mejor ocasión.

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En el mismo libro -¡en el párrafo siguiente!- Greil Marcus, a menudo perdido en la confusión de sus propias empanadas mentales, vuelve a dar en la diana. Citando a David Thomas de nuevo (según éste, los primeros discos de Pere Ubu son resultado del esfuerzo de "unos pocos que se sentían fuera de la música, por debajo de la atención de los medios, sin esperanzas de llegar a ningún público"), el periodista californiano relaciona ese sentimiento con un espíritu americano que lleva años persiguiendo entre los renglones de la mejor música de su país.
Para Marcus, muchos europeos han sentido la misma sensación, pero en Europa "el elitismo siempre es una respuesta: uno tiene el privilegio de considerarse por encima, no por debajo, de la atención de los medios".
Como dice Pablo Cobollo, "demasiada clase para mi vecindario".

martes, mayo 16, 2006

Quería haber escrito sobre los dos conciertos que vimos esta semana, pero los días iban pasando sin tener un rato libre. Sin embargo, ayer me encontré con la embajada periodística gallega en Madrid (Carlos González y David Saavedra), y comentándolo con ellos me entraron ganas de escribirlo de nuevo.
Empecemos por el final: el viernes fui directamente del aeropuerto a La Casa Encendida, más encendida que nunca con el calentón de ritmo que le metieron Konono nº1. A pesar del sonido infame que caracteriza el patio de La Casa Encendida (lo de Wire allí también fue de juzgado de guardia), el concierto de los congoleños fue fascinante. Una vez superado el shock inicial de ver los bafles rudimentarios con que viajan, las planchas de hierro que usa el batería para tocar o, por supuesto, esos increíbles instrumentos suyos a medio camino entre joysticks y doo rags (Konono nª1 son los primos africanos de las Solex), y una vez asumida la inevitable presencia del buenrollismo multiculti del vecino barrio de Lavapiés, fue un placer dejarse llevar por el ritmo y sumergirse en un trance bailable que pasa del free jazz al krautrock sin perder la denominación de origen tribal. Descomunal.



El miércoles por la noche, en el Sol, The Ex habían tocado una versión de Konono nº1. Yo no me di cuenta (me lo dijeron luego Carlos Revillo y Carlos González). Estaba demasiado ocupado tratando de mantener la boca cerrada. Menudo concierto. Los holandeses dieron una lección de humildad (gracias por recordarnos, dijeron; con conciertos así, cualquiera les olvida) y, sobre todo, de evolución coherente. Tocando temas de sus dos últimos discos mantuvieron siempre en sus manos el ritmo del concierto, combinaron pasajes más experimentales con momentos de baile desbocado y demostraron que la pasión, el riesgo, la energía... el rock más intenso, no tiene nada que ver con la edad. Allí estaban estos cuatro señores empezando de cero, tocando canciones nuevas y haciendo enloquecer a la gente con sus experimentos de guitarras geométricas y ritmos quebrados. Dijo Carmen Espina que lo que hacían era como "hardcore amable": pasajes furiosos en los que la agresividad no explota hacia afuera, sino que implosiona reventando la misma canción para pasar a recomponer las piezas a continuación. En fin, otro concierto enorme.
(La foto de The Ex es del fotolog de viotxubi, tomada en el concierto de Azkoitia).

sábado, mayo 13, 2006


Esta semana ha trascendido (poco) una noticia de Associated Press, según la cual Universal Music Group ha tenido que pagar una multa de doce millones de dólares por maniobras en contra de la libre competencia. Por varios casos flagrantes de payola, vaya. Pero no sólo por sobornar a directores de programación con viajes, regalos y noches de hotel para que pinchen sus canciones-objetivo, sino también por entregar directamente dinero a las emisoras con tal intención.
Elliot Spitzer, fiscal general de Nueva York, ha justificado la condena diciendo que "los consumidores tienen derecho a no ser engañados sobre la manera en que se selecciona la música que escuchan en la radio". Y añade que "el pago-por-emisión es una burla de la idea general de que sólo la mejor música, o la más popular, es la que se programa para su emisión".
Me pregunto si este tipo de sentencias podrían ser aplicables a los casos de las radiofórmulas españolas, donde sólo suenan los artistas cuyas compañías pagan enormes sumas a la emisora. Pero, en el caso español, ¿debería multarse a la discográfica que paga porque no le queda otra, o a la emisora que exige el pago previo a la emisión?

sábado, mayo 06, 2006


Petit tiene nueva maqueta. Buenísima, por cierto.
Esta semana tomaba un Laccao y un crespell de chocolate con Joan mientras hablábamos sobre sus canciones. A él, que tiene a Wilco, a Bruce Springsteen y a Neil Young en el punto de mira, no deja de sorprenderle que canciones (temazos) como Empty o Slowly me recuerden a grupos tan alejados de su mundo como The Pastels. Mi teoría es que ellos, como mis queridísimos primeros Pastels, se inspiran en la música americana para adaptarla a su entorno, a su historia personal y a los medios que tienen a su alcance, para acabar sonando a cualquier otra cosa menos a lo que los inspiró en primera instancia. Afortunadamente, porque ésa es la manera de trascender, aunque sea mínimamente, y huir del mero homenaje.
Y luego está la mirada del espectador. Seguro que escuchas Empty , o Slowly, y no te recuerdan a The Pastels. ¿En qué estará pensando este tío?, te preguntarás. Incluso, cambiarás la palabra tío por la palabra payaso, o por algo peor dependiendo de tus simpatías hacia mi bigote. Pues es bien sencillo: está pensando en que todos (críticos, payasos y público en general) relacionamos la música que escuchamos con lo que nos gusta, nos rodea o forma parte de nuestro personal acervo cultural, si es que tenemos algo que se pueda llamar así. Cuenta Joan Cabot en su blog que le pasa lo mismo con Antònia Font y The Flaming Lips: según el siempre lúcido discurso de Joan Miquel Oliver, Cabot los compara con el grupo de Wayne Coyne "para poder justificar de alguna manera que le gusta Antònia Font".
En el fondo, aunque te dediques a comentar la obra de otros, siempre estás escribiendo sobre ti mismo, sobre tu vida y sobre tus gustos y obsesiones. En las buenas entrevistas, en las críticas y en las reseñas de discos, el crítico musical deja entrever más retazos de su vida de los que le gustaría reconocer, y yo pienso que eso es bueno. Mandemos, pues, a la mierda a la objetividad (¡a la mierda!), y escuchemos a Petit: es probable que no te recuerden a The Pastels, pero sus canciones tienen magia, y eso es lo que importa.