Quería haber escrito sobre los dos conciertos que vimos esta semana, pero los días iban pasando sin tener un rato libre. Sin embargo, ayer me encontré con la embajada periodística gallega en Madrid (Carlos González y David Saavedra), y comentándolo con ellos me entraron ganas de escribirlo de nuevo.
Empecemos por el final: el viernes fui directamente del aeropuerto a La Casa Encendida, más encendida que nunca con el calentón de ritmo que le metieron Konono nº1. A pesar del sonido infame que caracteriza el patio de La Casa Encendida (lo de Wire allí también fue de juzgado de guardia), el concierto de los congoleños fue fascinante. Una vez superado el shock inicial de ver los bafles rudimentarios con que viajan, las planchas de hierro que usa el batería para tocar o, por supuesto, esos increíbles instrumentos suyos a medio camino entre joysticks y doo rags (Konono nª1 son los primos africanos de las Solex), y una vez asumida la inevitable presencia del buenrollismo multiculti del vecino barrio de Lavapiés, fue un placer dejarse llevar por el ritmo y sumergirse en un trance bailable que pasa del free jazz al krautrock sin perder la denominación de origen tribal. Descomunal.
El miércoles por la noche, en el Sol, The Ex habían tocado una versión de Konono nº1. Yo no me di cuenta (me lo dijeron luego Carlos Revillo y Carlos González). Estaba demasiado ocupado tratando de mantener la boca cerrada. Menudo concierto. Los holandeses dieron una lección de humildad (gracias por recordarnos, dijeron; con conciertos así, cualquiera les olvida) y, sobre todo, de evolución coherente. Tocando temas de sus dos últimos discos mantuvieron siempre en sus manos el ritmo del concierto, combinaron pasajes más experimentales con momentos de baile desbocado y demostraron que la pasión, el riesgo, la energía... el rock más intenso, no tiene nada que ver con la edad. Allí estaban estos cuatro señores empezando de cero, tocando canciones nuevas y haciendo enloquecer a la gente con sus experimentos de guitarras geométricas y ritmos quebrados. Dijo Carmen Espina que lo que hacían era como "hardcore amable": pasajes furiosos en los que la agresividad no explota hacia afuera, sino que implosiona reventando la misma canción para pasar a recomponer las piezas a continuación. En fin, otro concierto enorme.
(La foto de The Ex es del fotolog de viotxubi, tomada en el concierto de Azkoitia).
3 Comments:
Argh, aquí uno que se perdió lo de The Ex por los demenciales horarios entre semana de la sala El Sol.
bueno, aquí uno que se levantó al día siguiente a las siete :-)
por cierto, teloneando a The Ex estuvieron Campamento Ñec Ñec, que también tienen un directo impactante, original y que perdura en la memoria.
Yo también me perdí lo de The Ex por el madrugón del día siguiente (te gano, te gano, me levanto a las 6:35) y qué rabia, seguro que habría valido la pena.
Pues la gente por ahí no opina lo que yo, pero a mí lo de Wire en la Casa Encendida me sonó bestial (de bien), sobre todo para ser un sitio al aire libre. Hablando de sacrificar sueño, a ese concierto fui sin haber dormido la noche anterior y me he alegrado mil veces de tamaña burrada, no sólo porque estuve moviéndome como una poseída sonriendo de oreja a oreja con la música, sino porque allí conocí a Miguel. Sólo tengo un disco de Wire y además regalado, pero llevo una chapa con la banderita... valor sentimental, lo llaman :-D
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