martes, junio 29, 2004

He recibido un mensaje de Eduardo Jordà.
No tengo tiempo para ponerme a repasar aquí y ahora la influencia que tuvo este hombre en mis primeros pinitos melómanos desde su columna semanal en el Diario de Mallorca. Tan sólo diré que, junto a Toni Recalde y Agustín Pou -compañeros y confidentes en aquellos primeros años de discos preciosos como tesoros-, coleccionábamos los recortes de aquellos Cowboys Solitarios y, cada semana, tratábamos de localizar alguna grabación que nos permitiera escuchar el nuevo tesoro sugerido desde sus páginas: Neil Young, Chuck Berry, Bob Dylan, Rickie Lee Jones, Tom Waits, Van Morrison, Nick Drake... Algunos ya conocidos por aquel trío de quinceañeros, otros descubiertos con avidez, pero siempre realzados por la prosa de Jordà.
Desde entonces, sigo leyendo sus columnas en el Diario de Mallorca (tan brillantes como siempre cuando habla de música, mucho menos a menudo de lo que me gustaría), y compro sus libros siempre que puedo. Desde aquí los recomiendo.
Durante los años, he hablado mucho de él, y siempre bien, con amigos suyos personales como Juanma Riera de los Crocodiles o Blas Fernández, maestro del periodismo musical y sin embargo amigo.
Hoy he recibido un mensaje suyo. Por fin le he conocido, aunque sea virtualmente.
Parece majo.

lunes, junio 21, 2004

En mi línea festivalera, escribo recién llegado del Sónar, donde me perdí -en mi línea festivalera- casi todo lo que quería ver: a Boom Bip y Hymie's Basement, porque estaba atendiendo una llamada telefónica larguísima e importantísima (que no viene a cuento detallar aquí, para que luego digan que en los blogs desnudas tu intimidad); a Juana Molina, porque nos estaban entrevistando para COM Ràdio; a To Rococo Rot y a Four Tet, porque estábamos pinchando en la carpa Sónarlab. De noche no fui.
Pero afortunadamente no me perdí lo que me hacía más ilusión de todo el festival, la conferencia de Robert A. Moog. Cuando llegamos a la sala estaba ya a rebosar, y sólo pudimos entrar gracias a la insistencia de mi amigo Juan Flesca (director de cine jeroglífico y hechizante). Bob Moog, a sus cerca de ochenta años -si no los tiene ya- se mostró lúcido, simpático y desmitificador, a pesar de ser el causante directo de todo lo que estaba pasando abajo en los patios del CCCB, por la noche en el recinto ferial de Montjuïc, y a todas horas en estudios, locales, habitaciones, discotecas y bares de todo el mundo. El padre del sintetizador resumió sus hallazgos y su carrera en tres cuartos de hora amenos y didácticos, a pesar del pesado teclista de jazz que le ayudaba y pretendía hacer demostraciones de sonido a base de arpegios, cuando le habría bastado con pulsar una tecla. Moog patinó un poco para mi gusto cuando insistía en alabar el trabajo de Keith Emerson con su teclado, quitando importancia o despreciando directamente las aportaciones de Jean-Jacques Perrey o Gershon Kingsley, pero fue justo al poner en su lugar de privilegio a Wendy Carlos. Además, se mostró absolutamente lúcido y al corriente del tiempo en el que vive actualmente: habló de MIDI, de software, de plug ins, de analógico vs. digital, y de bajarse cacharros de internet. A sus (cerca de) ochenta años.
Pau Riba estaba en primera fila, tomando buena nota de cuanto decía el venerable abuelo con pinta de científico loco, e incluso hizo una pregunta inteligente, relacionando el origen del sintetizador con el sonido y el funcionamiento del theremin. Prueba de que se puede seguir despierto e inquieto a cualquier edad, aunque la pregunta fuera un poco redundante para todos, porque Moog ya había explicado eso mismo al principio de su conferencia, antes de que Riba llegase tarde.
Para finalizar la charla, el padre involuntario de la música electrónica comentó que, en todas las entrevistas que le habían hecho en los últimos días, la pregunta final era invariablemente la misma: ¿qué nos depara el futuro de la música?. Moog hizo una pausa, se pasó la mano por la barbilla, sonrió a los asistentes y dijo: ¡Y yo qué sé!

lunes, junio 14, 2004

He oído en la radio una cita de Antonio Machado: Entre el vivir y el soñar hay una tercera cosa: Adivínala.
Algunos nos pasamos la vida tratando de adivinarla, y así nos va a veces.
Siempre me ha parecido un horror cuando veo una entrevista con algún mediocre por la tele, ese tipo de persona que cuando le preguntan si se arrepiente de algo o si cambiaría algo de su vida anterior dice que no, que jamás. Y una mierda. Yo cambiaría miles de cosas de mi vida anterior, volvería atrás y evitaría errores, malentendidos, equívocos y malos rollos, trataría de hacer mejor las cosas. Pero a pesar de todo, lo que es hoy (como dirían Carmona y Caballero), no me cambio por naide.

miércoles, junio 09, 2004

Tengo la edad suficiente como para haber experimentado en persona que la música pop es algo cíclico, que las modas van y vienen y que los viejos estilos se reciclan cada vez más rápido para venderse otra vez como algo nuevo y excitante. Como me dijo una vez Loquillo (ese gran personaje, a todas luces excesivo pero jamás valorado en su justa medida), si eres siempre el mismo, tarde o temprano volverás a estar en el lugar y el momento adecuados. Mientras llega ese momento, hay que mantenerse al margen con dignidad (algo que Loquillo no ha conseguido hacer siempre, por cierto).
Pero lo que no imaginaba, aun conociendo y asumiendo esa teoría, era que algún día se iba a reivindicar el nombre de... ¡Mocedades! En un momento de mi vida en el que puedo reconocer sin miedo que siempre me gustó el rockabilly, la música disco, el ska y los Pet Shop Boys, todavía no he aireado lo suficiente mi pasión (bueno, bueno, sin exagerar) por el puente instrumental de "Amor de Hombre", y en general mi afición por buscar lo que de bueno y aprovechable hay en las cassettes de Mocedades que tenía mi madre por casa. Que no es poco.
Y tiene que venir un mozalbete canadiense como Ron Sexsmith (barbilampiño él, a pesar de sacarme casi diez años) para sorprendernos a todos y empujarme a reconocer uno de los pocos secretos inconfesables que me quedaban. En el último número de la revista francesa Magic (la que dirige mi amigo Christophe), Sexsmith hace una selección de sus canciones preferidas. Con muy buen gusto, por cierto. Entre Buddy Holly, Johnny Cash, The Kinks, Dylan, Leonard Cohen o Gordon Lightfoot, también encontramos esto:

"Eres Tú" - Mocedades (1973)

¡¡¡chik chik chik!!! o sea ¡¡¡triple exclamación!!!

El chaval llega a decir que compuso su canción "Words We Never Use" (no tengo el gusto) cuando trataba de escribir "Eres Tú". (!) o sea (¡mini-chik!).
Pues nada, que gracias a él ya he salido del armario. Mirándolo bien, como tantos otros, pero en un sentido más poético. Pocos secretos me quedan, pero desde luego que no los voy a contar aquí.

miércoles, junio 02, 2004

La semana pasada, en el festival Primavera Sound, me perdí a los Pixies y me dio igual. Eso debe de ser un síntoma inequívoco de madurez. Tengo que mantenerme alerta o acabaré convirtiéndome en lo que siempre he odiado.
Pero no escribo ahora por eso. Escribo porque, en la feria discográfica del Mercat de les Flors, Manolo de Astrud me dijo que había leído mi biografía de Damon And Naomi, y que le había gustado. Y eso, viniendo de quien viene, me llenó de orgullo (y me dio un poco de vergüenza: uno hace las cosas sin pensar que luego la gente las va a leer o, aún peor, a juzgar; como este blog, mismamente). Por eso lo escribo aquí, aunque luego me vaya a dar vergüenza cuando lo relea.
Estoy perdiendo la vergüenza. Eso, más que de madurez, es síntoma de senilidad.