La semana pasada, en el festival Primavera Sound, me perdí a los Pixies y me dio igual. Eso debe de ser un síntoma inequívoco de madurez. Tengo que mantenerme alerta o acabaré convirtiéndome en lo que siempre he odiado.
Pero no escribo ahora por eso. Escribo porque, en la feria discográfica del Mercat de les Flors, Manolo de Astrud me dijo que había leído mi biografía de Damon And Naomi, y que le había gustado. Y eso, viniendo de quien viene, me llenó de orgullo (y me dio un poco de vergüenza: uno hace las cosas sin pensar que luego la gente las va a leer o, aún peor, a juzgar; como este blog, mismamente). Por eso lo escribo aquí, aunque luego me vaya a dar vergüenza cuando lo relea.
Estoy perdiendo la vergüenza. Eso, más que de madurez, es síntoma de senilidad.
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