Casi sin darme cuenta han pasado semanas y no he dejado aquí ni una línea sobre mi viaje a Londres con Mamen y con Vacabou. Pero no será porque no haya tenido cosas que hacer: el concierto de Nacho Vegas fue un éxito (ya estamos preparando el de La Buena Vida, para el 24 de abril), acabé los textos de D-P (como muestra el post más abajo), escribí la largamente pospuesta biografía para la web de Damon & Naomi (un parto largo y duro, pero muy satisfactorio, que supongo que subirán en breve), confirmé casi al cien por cien la gira española de Howe Gelb, y además hemos comenzado ya la tercera temporada de representaciones de Estimada Marta, la declamación actuada del libro de Miquel Martí i Pol a cargo de Adela Peraita (sííí, la de Sunflowers) en la que me encargo de la parte musical, y que me ocupa casi todas las mañanas estos días.
Me habría gustado poder decirle a Martí i Pol en persona cuántas satisfacciones nos ha deparado su libro, pero ya no llegaré a tiempo. Por lo menos pude escribirle unas líneas a través de una amiga suya que vio el espectáculo en la Casa-Museu Llorenç Villalonga de Binissalem (por cierto, un edificio cuya exposición permanente diseñó mi hermano).
Con Adela estoy también en un nuevo grupo desde hace meses: nos hacemos llamar Sterling, y puedes saber más sobre nosotros aquí (¡la foto de abajo nos la sacaron en el llorado Café Bizarre!). Tocamos en Madrid el 14 de abril, si te puedes pasar.
Contando mi vida, sigo sin hablar de Londres (!). Pero no se quejarán mis lectoras, que estoy trufando el post de links para que no se aburran. Es lo que tiene esto de escribir en domingo, mientras escucho a la banda de cornetas tocando los pasos de Semana Santa.
Bueno, Londres es una ciudad carísima, carísima, una frustración continua. Suerte que nos quedamos en casa de un amigo nativo, que además nos llevó a fiestas almodovarianas (en particular, una fiesta improvisada a las tantas de la madrugada con todo el pijerío de los estudiantes de diseño de moda en Saint Martin's - Dios mío, qué gente). Mi sesión era en el Artbar, el pub del Royal College of Arts, la facultad de Bellas Artes que se encuentra al ladito del Royal Albert Hall. Todo suena muy bien, pero en el fondo es el pub de la facultad, y punto. Estudiantes borrachos con ganas de divertirse, ése es mi público. Sé lo que quieren, y se lo di. Hacía mucho tiempo que no me lo pasaba tan bien pinchando, y que no recibía una respuesta tan buena del público. Me hizo añorar los buenos tiempos de Sonotone.
La marcha posterior, que acabó en la citada fiesta posh, impidió que hiciéramos nada el sábado por la mañana más que dormir. Por la tarde compramos discos y libros, y a la noche fuimos a un club pequeñito en Great Portland Street, donde había una sesión de funk y un grupo alucinante de percusionistas y cantantes que acabó convirtiendo aquello en un aquelarre vudú de Nueva Orleans. El domingo estuvimos en Spitalfields, muy a gusto, despidiéndonos de la ciudad con algo de pena por lo corto de la visita, pero con alivio porque se acababa la estrechez económica. Todavía estoy pagando las consecuencias de haber ido a Londres. Claro, te pagan el billete, y a ver quién es el listo que dice que no...
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