He recibido un mensaje de Eduardo Jordà.
No tengo tiempo para ponerme a repasar aquí y ahora la influencia que tuvo este hombre en mis primeros pinitos melómanos desde su columna semanal en el Diario de Mallorca. Tan sólo diré que, junto a Toni Recalde y Agustín Pou -compañeros y confidentes en aquellos primeros años de discos preciosos como tesoros-, coleccionábamos los recortes de aquellos Cowboys Solitarios y, cada semana, tratábamos de localizar alguna grabación que nos permitiera escuchar el nuevo tesoro sugerido desde sus páginas: Neil Young, Chuck Berry, Bob Dylan, Rickie Lee Jones, Tom Waits, Van Morrison, Nick Drake... Algunos ya conocidos por aquel trío de quinceañeros, otros descubiertos con avidez, pero siempre realzados por la prosa de Jordà.
Desde entonces, sigo leyendo sus columnas en el Diario de Mallorca (tan brillantes como siempre cuando habla de música, mucho menos a menudo de lo que me gustaría), y compro sus libros siempre que puedo. Desde aquí los recomiendo.
Durante los años, he hablado mucho de él, y siempre bien, con amigos suyos personales como Juanma Riera de los Crocodiles o Blas Fernández, maestro del periodismo musical y sin embargo amigo.
Hoy he recibido un mensaje suyo. Por fin le he conocido, aunque sea virtualmente.
Parece majo.
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