Crónica de la Semana Fantástica
Lo del Centremàtic el martes fue un escándalo. Ya el lunes la actuación de Biosphere (fría y oscura como un glaciar del círculo polar) anunciaba lo que podía venir al día siguiente: a pesar del calor, del día que invitaba a la playa y a las terracitas, más de doscientas personas se acercaron a dejarse envolver por el ambient romántico con toques de jazz del noruego.
Esa misma noche, Isan y Damo Suzuki hicieron buenas migas compartiendo cervezas con nosotros (bueno, yo me tomé un Laccao) en el Bar Bosch.
El martes, los problemas técnicos inherentes a cualquier festival hicieron acto de presencia, pero tras la comida fraternal todo el mundo veía el futuro inmediato con buenos ojos. Damián Schwarz llegó con retraso por culpa de la huelga de pilotos: llegó, probó y venció con un directo impecable sobre las inquietantes y hermosísimas imágenes de los documentales de Jean Painlevé. Mientras tanto, en la Sala de Paper había comenzado antes de tiempo la proyección en loop del directo de Kraftwerk en 2004, y los más impacientes recibían sus primeras raciones de electrónica melódica.
La actuación de Barbara Buchholz, dulce y simpatiquísima, fue toda una lección magistral del uso del theremin. Esta mujer es una virtuosa (es alucinante verle mover un nudillo y cambiar la nota y la intención de la melodía) que, además, adereza sus actuaciones con pequeños discursos explicando la historia y el funcionamiento de su instrumento. Una delicia.
DJ/Rupture se comió el Auditori con una sesión alucinante a tres platos en la que viajaba sin problemas aparentes del ragga a la música concreta, de la música árabe al hip-hop. Menudo viaje.
Isan tuvieron que bregar con el calor en una sala que se quedó pequeña y se convirtió enseguida en un horno insoportable. A pesar de ello, dieron un concierto magnífico y demostraron que tienen bien merecida su reputación de pioneros de la indietronica (ellos hacían eso mismo cuando nadie hablaba de ello). Por cierto, Isan y Barbara Buchholz estuvieron hablando de una futura colaboración, así que debemos buscar efectos colaterales de Centremàtic en el futuro cercano de ambos artistas.
Finalmente, Damo Suzuki y, sobre todo, los cada vez más grandes Phogo, cerraron el cartel con uno de los conciertos más fabulosos que recuerdo. Y no lo digo sólo yo, que podría perder perspectiva como programador y culpable directo de este inusual matrimonio: Antony Ryan de Isan se me acercó al acabar el concierto y me dijo: Gracias por uno de los mejores conciertos que he visto en muchos años.
Los conciertos de Damo dependen mucho del grupo de sound carriers que le acompañe en ese momento (se avecina uno muy apetitoso este invierno en Bilbao, liderado por Rober! de Atom Rhumba), y obviamente la elección de Phogo se mostró acertadísima. Ampliando la formación con un trombonista, otro guitarrista y un miembro adicional al laptop y efectos, Phogo hicieron mucho más que poner las bases para las improvisaciones de Damo: se convirtieron en una apisonadora de hard-rock psicodélico y dub extraterrestre que dejó sin palabras a la mayor parte del público (evidentemente hubo bajas, que huyeron aterrorizadas ante tamaña descarga de volumen y energía desbocada). Sabíamos que iban a improvisar, y sabíamos que iban a hacerlo bien, pero es que aquello fue histórico, una burrada: siete personas en el escenario, canalizando todas sus energías hacia el mismo punto hasta hacerlo estallar en añicos. En los casi cincuenta minutos que duró aquello hubo algunos (pocos) momentos de duda, titubeos normales en la improvisación, pero la mayor parte del concierto fue una excitante catarsis en la que, felizmente, las mentes de todos los intérpretes estaban en comunión. Un concierto brutal y maravilloso. El Auditori estaba lleno a rebosar, y la gente estaba desparramada por los pasillos, sentados en el suelo, de pie junto a las paredes, estirando el cuello desde fuera para tratar de ver algo... La escena, y la música atronadora que escupían los altavoces, me recordó en varias ocasiones a MC5 en sus momentos de esplendor. Vale, no estuve en Detroit en el 68, pero sí estuve en este concierto mágico e irrepetible.
El miércoles, sin demasiado tiempo para descansar, recogí a Francis Macdonald junto a la Catedral después de comer con Vidal Romero. Antes del concierto de Nice Man en Ses Voltes, Francis vino a la radio y grabó un par de canciones deliciosamente bonitas, en ese estilo entrañable y divertido que le emparenta directamente con Jonathan Richman o Ben Vaughn. Teníamos dos conciertos con él: el del miércoles en Palma, y uno más el viernes en el Port de Sóller. Después de la prueba de sonido de este último, casi anocheciendo, bajamos a nadar un rato y se nos unió Ciara (su novia, la chica que aparece en la portada del "If you're feeling sinister"). Acabamos el fin de semana nadando de nuevo en Es Trenc y comiendo paella con más amigos (GYth), antes de que me tocase volver a la realidad y enfrentarme al vértigo de Benicàssim. En fin, a por ellos, oé.
3 Comments:
Joan, sort al FIb, que sigui vo de dur....
gràcies tolo!
¿Y la sesión de Maxi Gilbert?
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