martes, julio 04, 2006


Por fin, casi dos años después de que se empezase a gestionar su edición, ha visto la luz el tributo de los grupos mallorquines a Cerebros Exprimidos. Un disco hecho con cariño y dedicación, con la única ambición de homenajear a uno de los mejores grupos que han dado las islas. Como es normal en estos casos, la selección y las interpretaciones van de lo glorioso a lo poco honroso, pero la irregularidad queda enmarcada en todo caso por los fantásticos extremos: el disco comienza con Doctor Martín Clavo insuflando nueva rabia a un magnífico ¿Qué quieres de mí?, y acaba con Los Malditos releyendo con chulería y feedback (entre Burning y The Velvet Underground) la imaginería New York Dolls de Zapatos de piel.
En el libreto hay algunas fotos magníficas, y varios textos: de Jaime Gonzalo, Rafel Creus, Txxxus Troll, y el que sigue, escrito por su seguro servidor.

Mi iniciación al sangriento mundo paralelo de los Cerebros Exprimidos fue en esa primera adolescencia en la que a uno le enrojecen los ojos de tanto abrirlos para no perderse nada (y también por otras cosas que se van aprendiendo por el camino). Una época inocente y llena de expectativas en la que tanto nos daba escuchar a The Exploited como a Aventuras De Kirlian. Como ahora, en realidad, pero quizá con más confianza y menos cicatrices. Digo nos y digo bien porque, en buen espíritu adolescente, la música y el descubrimiento de nuevos grupos dispuestos a cambiarnos las vidas eran una experiencia coral, compartida en pandilla, intercambiada entre amigos y confidentes. Para cuando conocí a los Cerebros, yo ya había vendido mi alma al rockandroll y había jurado no aceptar las reglas de un mundo adulto que nunca he comprendido del todo. Era un grupo que ensayaba a tres manzanas de mi casa, y que sin embargo era capaz de conjurar la sensación de urgencia, de misterio y de peligro del rock más excitante. Y cuanto más profundizaba en su mundo, cuanto mejor les conocía, tanto más fascinante me parecía esa mezcla de agresividad y ritmo, de velocidad y de estridencia, ese violento viaje que los llevaba desde el glam-punk a lo New York Dolls de sus inicios hasta el rapidísimo hardcore metal de sus últimos discos. Podías afirmar tu rebeldía y decir desafiante que te gustaban los Cerebros Exprimidos, y sabías que el rockandroll estaba de tu parte, protegiéndote del resto. Pero además, con ellos podías hablar también de The Jesus And Mary Chain (escucha sus primeras maquetas), o de los Beastie Boys, o de música disco, y tenías que mantener siempre los ojos tan abiertos para no perderte nada que, al volver a casa, estaban tan enrojecidos que parecían inyectados en sangre. Por el motivo que fuera. Por eso, y por otras cosas que aprendí por el camino (a veces junto a ellos), Cerebros Exprimidos serán siempre para mí un grupo legendario e inigualable, cuatro músicos que tuvieron una vez en sus manos el secreto del rockandroll.

1 Comments:

At 11:59, Blogger Miguel B. Núñez said...

Una de mis badas favoritas hasta que sacaron el bonzomanía o como se llamara ese. ¡Qué grandes sus directos! bueno, al menos los tres o cuatro primeros que ví, luego ya no me dijeron mucho. Me parecía que habían perdido toda esa chicha rockera superceda.

A mí los discos homenaje no me van mucho... siempre triunfa el amiguismo.

 

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