lunes, mayo 24, 2004

Ayer por la mañana estaba en París, al mediodía comí en Barcelona, y por la noche estaba en Palma escribiendo a toda prisa el artículo sobre Belle & Sebastian que tenía que entregar esta mañana. En los aviones, sigo leyendo el libro de Paul Morley del que hablaba unos posts más abajo. He aquí otro pequeño extracto traducido a vuelapluma (perdonen los posibles errores):

Esta noche mostramos cómo la música popular de nuestros días, ruidosa y disonante, forma parte de la más seria tradición del arte del siglo XX. El Modernismo poético, el Futurismo italiano, el Vorticismo inglés, el Dadaísmo francés, el Precisionismo americano - todas las vanguardias de principios del siglo estaban obsesionadas con la representación del ruido. Fueron los precursores del techno pop contemporáneo - el que se escucha en los clubs de baile, en las raves y en los cascos de los chavales en el metro - , música preocupada con la repetición, así como con el drama y con la euforia del maquinismo.

martes, mayo 11, 2004

Se acabó la gira con Howe.
En el coche, de camino a Gijón, puso el nuevo disco de PJ Harvey (que por cierto está muy bien: la chica vuelve a los derroteros del magnífico "Rid Of Me"). Fue pasando temas hasta que llegó a una canción titulada "The Desperate Kingdom Of Love". Pulsó 'pause' y dijo: ésta es una de las diez mejores canciones de la historia. La escuchamos en silencio, mientras el coche volaba entre las verdes colinas de Cantabria.
Por la noche, en Gijón, el concierto duró una hora, como se había acordado con la organización. El público aullaba pidiendo más, y Balsera, el promotor, dijo que podía tocar dos canciones más. Howe salió al escenario, y antes de acabar con una canción suya, colocó el cd de Polly -como la llama él- en el discman, puso "The Desperate Kingdom Of Love" y se sentó en un rincón a escucharla. El público observaba callado, hipnotizado.
Al día siguiente, en Bilbao, el concierto no había hecho más que empezar. Howe, sentado al piano, rebuscaba entre sus cedés buscando el show que se esconde en algún lugar de todo escenario. Cogió el disco de Polly, lo puso en el discman y buscó "The Desperate Kingdom Of Love". Acercó sus manos a las teclas, y empezó a tocar. Cuando Polly empezó a cantar, Howe ya estaba tocando con ella, improvisando fraseos de piano que encajaban perfectamente con el tono, el espíritu y el ambiente de la canción original. Al llegar al estribillo, las voces de ambos se enlazaban como si fueran Nancy Sinatra y Lee Hazelwood, Stuart Staples e Isabella Rossellini, Dominique A y Françoiz Breut, Howe Gelb y Lisa Germano. Howe y Polly estaban tocando juntos, como han hecho tantas veces, sólo que, en esta ocasión, ella no lo sabía. Ni siquiera él lo sabía, minutos antes de hacerlo. Había encontrado el show que se esconde en todo escenario.
Al final del concierto me puse en la entrada a vender cedés. Vendí sesenta y siete discos.

miércoles, mayo 05, 2004

Colecciono frases de Howe. A ver con cuántas vuelvo la semana que viene.

El sonido del desierto es como un crujido callado y persistente. La banda sonora de la erosión. Algo cayendo a cámara lenta.
El verdadero sonido del desierto es como el roce de la piel desnuda separándose de la carne y quedándose pegada a una carretera de asfalto caliente que estás tratando de cruzar descalzo.

Playing the piano is like furniture that desires you to make it move, but the guitar is a thing that’s never sure what it wants, except to be held.


Ambas frases están extraídas de las entrevistas concedidas por Howe para periódicos de Bilbao, con motivo de su concierto allí el próximo domingo. Soy demasiado perezoso para ponerme a traducir la segunda, no se me ocurre la manera de estar a la altura en castellano.