lunes, junio 13, 2011

Ahora que se han constituido los nuevos ayuntamientos, y en cuanto se constituyan los nuevos gobiernos regionales y provinciales, los partidos van a empezar a hacer eso que tanto les gusta: arrasar con lo que construyeron los anteriores y volver a empezar con el gasto público para otros usos más cercanos a sus intereses. Así es como gobiernan, después de engañarnos haciéndonos pensar que nosotros contamos para algo.
Ona Mallorca y Televisió de Mallorca están en peligro de desaparición por este motivo. Son dos medios públicos, que no tienen pérdidas y que albergan programas estupendos como Bufet Lliure o Ítaca, entre muchos otros.
El viernes publiqué esto en mi columna en El Mundo - El Día de Baleares:


Sabotaje al sector audiovisual


Aún no había dicho nada desde aquí sobre el cierre del ente de RTVMallorca, que engloba a la radio Ona Mallorca (desde 2002) y la televisión [M] (desde 2006). Como periodista y como ciudadano interesado en la pluralidad y en la independencia de los medios, especialmente los medios públicos como equilibrio imprescindible del resto de poderes (fácticos o no), me parece una ofensa, un despropósito demagógico y una soberana estupidez.

No entiendo que se hable tan a la ligera de cerrar una cadena que funciona, que tiene déficit cero (¡Déficit cero! ¿Han leído bien? ¿Hay alguien?), mientras se mantiene sin reformas ese modelo privatizado e insostenible de IB3 que tienen justo al lado. Frente al mundo de las subcontratas, los sueldos bajos y la deuda creciente de IB3, tenemos un modelo público que funciona, que contrata directamente a sus trabajadores (ya está bien de que las empresas públicas recurran al engaño del autónomo encubierto) y ajusta su presupuesto a sus posibilidades. ¿Y lo quieren cerrar para ahorrar 10 millones de euros al año? ¿Muchísimo menos de lo que cuesta IB3 y de lo que cuesta cualquier acción de gobierno con mucha menos repercusión y seguimiento por parte de la ciudadanía? Eso es una cortina de humo y una acción puramente demagógica: recortes de cara a la galería con la excusa de la crisis.

Un político que tuviera vergüenza apoyaría sin condiciones un modelo de periodismo independiente y plural, con un presupuesto ajustado pero sin concesiones ni a la privatización ni tampoco a las presiones del gobierno de turno. Un medio público consolidado es una de las mayores garantías de control político que tiene una sociedad. Un garante (¿el único, ya?) del espejismo que conocemos como separación de poderes. Si se privatizan los medios, el cuarto poder también sucumbe a la influencia del dinero y se convierte, como los otros tres, en una marioneta. ¿Es eso lo que queremos?

Decía una amiga hace unos días que TV3 lleva treinta años de funcionamiento, pero aquí hubiese durado una legislatura, como mucho. Tenemos políticos mediocres, ruines, miopes y cortoplacistas, que sólo buscan la amortización del voto en plazos de cuatro años, resultados inmediatos para salir en las fotos y lograr la reelección. Carecen de la valentía, el amor propio, la dignidad y la razón de estado para gobernar pensando en el futuro y en el bien común: lo hacen pensando en su futuro inmediato y en el de su partido, en su bolsillo y en sus cuotas de poder. En este sentido, el PP ganó hace dos semanas las elecciones con el 27% de los votos. Deberían tener siempre muy presente que hay un 73% de la población que no les votó; en muchos casos porque no votaron a nadie, asqueados de tanta falsedad disfrazada de democracia. ¿No creen que cerrar un medio de comunicación de titularidad pública es algo que se podría consultar con la ciudadanía? A lo mejor es que ya no les importa la ciudadanía hasta dentro de cuatro años, claro. ¿Y luego les extraña que la gente esté indignada y se lance a la calle a protestar?

Pueden cerrar un medio de comunicación, dejando de paso a más de cien personas en la calle (perjudicando también al incipiente sector audiovisual de la isla, compuesto por muchas empresas que empezaban a salir adelante), pero no pueden controlar todavía, aunque seguro que lo intentarán, el eco de la indignación ciudadana en internet. Estamos hartos de todos ustedes, ¡no nos representan!