miércoles, febrero 08, 2006




Fuimos prontito para no quedarnos fuera: The Rogers Sisters tocaban ¡gratis! en la sala Costello. No sé qué problema tendrán los madrileños con estas cosas, o será que estaban todos viendo a Depeche Mode, pero me parece increíble que haya un concierto gratuito de un buen grupo internacional, a una hora civilizada y en una sala céntrica, y no se llene el aforo de ciento cincuenta personas.
La sala Costello es un sitio chic, acorde con su situación a un paso de Chueca y junto a la Gran Vía, con una selección musical modernilla, poco compatible con la representación rockista y underground que se acercó a ver a las hermanas y el portugués de Nueva York. Pero el sótano donde se celebran los conciertos fue un descubrimiento: es un sitio idóneo para conciertos de pequeño aforo pero volumen alto, diría que mejor que la mayoría de salas donde suelen tocar los grupos pequeños en Madrid.
The Rogers Sisters sonaron bien, alto y claro. La cantante y guitarrista, cruce entre Belinda Carlisle y Christina Rosenvinge, salió a escena pintándose los labios mientras su hermana sudaba la camiseta desde la batería. El bajista es un monstruo que aporrea las cuatro cuerdas con un sentido del ritmo tan bailable como punk. Si esto es punk-funk, me apunto. Funk de garage y new wave con soul, que recordaba tanto a Devo y The B-52's como a los Demolition Doll Rods y a los grupos de rock de Detroit.
La imagen es de Jorge Obón, que estaba por allí asustando de lejos a quienes no le conocen.
El concierto fue breve, incluso con el bis de Captain Beefheart. A las diez nos estábamos tomando un salmorejo en el Pez Gordo, y a las doce, un pipí y a la cama. Planazo.