sábado, febrero 18, 2006

Cuando me he levantado esta mañana, el sol brillaba con fuerza. En la plaza de la iglesia del Pont d'Inca, decenas de niños emborronaban cartulinas sentados en el suelo. Leyendo el periódico en el bar de la plaza, me entero de que ayer murió Ray Barretto.
De camino al aeropuerto, el campo y los almendros estaban llenos de flores. Pero Mr. Hard Hands murió ayer. Al salir del avión en Madrid, el cielo estaba tapado y la temperatura había bajado diez grados. Esta tarde salimos hacia Bilbao, pero antes pondré a Ray en un último homenaje.