Viniendo del aguacero andaluz (el sur es el nuevo norte: estuvimos toda la gira buscando nuevas aportaciones a la ecuación 'x is the new y'), el viernes en Barcelona amanecía tan radiante que lo aprovechamos paseando. Passeig de Gràcia para abajo, y hasta la Barceloneta, donde comimos con buenos amigos. Howese retiró pronto a descansar para el concierto, y yo me adelanté para preparar todo el montaje en la Pedrera. Allí estaba ya Jesús Ruiz, fan de toda la vida y miembro de la comunidad internacional de seguidores de Giant Sand (también vino después Alberto, otro fan de esos que se hacen cientos de kilómetros para ver a Howe).
El concierto de Barcelona fue fantástico. Howe estaba brillante, inspiradísimo en lo musical y acertado en los comentarios: fue antológico cuando se paró frente al micro, miró a las paredes de la sala, suspiró y dijo Gaudi... He just couldn't keep it straight. Vendimos un montón de discos y camisetas (casi se acabaron los que traíamos de Sevilla), y acabamos la noche charlando y bebiendo hasta muy tarde con Marta Ferré e Ignacio Julià.
Llegamos a Santander con resaca y mucho sueño, pero el día era de nuevo tan bonito que invitaba a pasar un rato junto al mar. El proceso después fue el mismo: Howe se retira a descansar, y yo me adelanto para prepararlo todo antes de su llegada al Conservatorio Jesús de Monasterio. El concierto volvió a ser buenísimo, con algunos momentos similares (nunca iguales, eso es imposible en el caso de Howe) a los de Barcelona: un breve apunte de "Some velvet morning", una preciosa versión de "Desperate kingdom of love" y, como en todos los conciertos de esta gira, la maravillosa "Spiral", una nueva canción -aún inédita- que parece salida del "Berlin" de Lou Reed.
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