París fue maravilloso, como siempre. Vino mucha gente al concierto: muchos amigos (muchos reencuentros), y también mucha gente a la que no conocíamos de nada. ¡Incluso había franceses en primera fila que se sabían las canciones! Después del concierto estuve con David-Ivar, y al día siguiente comí con Howe Gelb (que tocaba esa noche en la misma sala) una deliciosa sopa de marisco con croutons y un Mercurey tinto carísimo pero exquisito en la Brasserie Terminus Nord, antes de coger el tren hacia el aeropuerto.
Fuimos a París desde Donosti, donde dimos el mejor concierto de la gira hasta el momento. El más divertido y el más concurrido, también. Estaba Gasteszena llenísimo de gente bailando con todas las canciones. Tras una mañana soleada en la Concha, Javier (encantado con el resultado de su cartel, que finalmente sí ha salido y ya se vende a buen ritmo) y Xabi Loreak nos llevaron al aeropuerto de Biarritz y llegamos a París el viernes por la noche, con tiempo para disfrutar de la ciudad hasta el domingo por la tarde. No hicimos mucho más que comer bien y pasear mucho, y paseando por el Barrio Latino y por el Marais iba tarareando todo el rato la canción de Peter Sarstedt que conocí gracias a Wes Anderson. Hoy he buscado algún video, y me he encontrado con esta joya de la televisión hortera. Acepto la letra de la canción como algo entrañable en su ingenuidad, pero estas tomas de un Sarstedt fondón subiendo y bajando escaleras,apenas moviendo los labios, los corazones en llamas, los técnicos cruzándose enfrente de las cámaras ¡y ese público, bailando y balanceándose! Viendo el video, me he quedado sin palabras. Ahí lo tenéis.