Después de un día libre en Madrid (que yo pasé durmiendo y ensayando, que falta me hacían ambas cosas), ayer fue un día ajetreado: tuve que compaginar el curro de diario con las labores de tour manager accidental, entrando y saliendo de la oficina para ir a pagar el hotel o para coordinar el traslado de los instrumentos desde el autobús hasta la sala. Mientras estábamos realizando esto último, junto al nuestro aparcó el sleeper de The Horrors, que tocaban esa misma noche. Es la segunda vez que los menciono aquí como de pasada, sin decir nada sobre ellos. Tampoco es el lugar ni el momento, pero aprovecho para decir que me gustan, a pesar de lo que pueda decir sobre ellos gente que ni siquiera se ha tomado la molestia de escucharlos.
En fin, el concierto de Madrid siguió la línea de estos últimos días. Es decir, fue buenísimo. Howe está radiante y lleno de energía, y la banda y el coro se salen por los cuatro costados. En el concierto de anoche se nos unió Fernando Vacas al bajo, aportando presencia, estilo y confianza a la sección rítmica.
En nuestro gran hermano particular, ayer se despidió del bus Celia Blackwood, manager del artista, un día después de que nos dejasen Mamen y Steve Johnston, director del coro. Aun así, seguimos siendo una gran familia en ruta. Esta mañana, tras dormir hasta tarde ya en Valencia, hemos salido siete u ocho a pasear por esa monstruosidad que se llama Ciudad de las Ciencias y las Artes o algo así. Una calatravada intragable, mezcla de los Jetsons y Dubai, espectacularmente inútil e incomprensible. Horrorizados -aunque divertidos también- hemos decidido volver al bus, que hay dvd e incluso pillamos una conexión wifi desde donde estamos. Ahí estoy yo ahora mismo.
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