Pues sí, ayer fuimos a ver a Tom Zé al Teatro Albéniz. Daba un poco de vértigo estar tan arriba, donde las entradas más baratas, pero se veía bien y se escuchaba perfectamente. A pesar de algún momento musicalmente sonrojante (no olvidemos que el tipo tiene 68 años), el concierto fue fantástico. El hombre es un showman histriónico, comunicativo y muy divertido, y la gran mayoría de las canciones eran maravillas que mantenían todo el espíritu y la melodía de los mejores discos tropicalistas. Salieron vestidos con monos de trabajo (obreros de la música, como decía Leonard Cohen), y acabaron el concierto echando chispas, literalmente. Delicioso, de verdad.
Uno de los mejores momentos para mí fue cuando presentó una preciosa y cortísima canción cuya letra escribió el poeta concreto Augusto de Campos. Alguien -una o dos personas en todo el teatro- esbozó un tímido aplauso. Tom sonrió hacia donde había sonado el aplauso y respondió: ¡Eso, que vivan los poetas concretos!
Esta noche tocan en El Sol Richmond Fontaine, un grupo americano de country alternativo, un poco en la línea de Uncle Tupelo y The Jayhawks (aunque recuerdan también por momentos a Screaming Trees).
Vamos, que aprovechando el tiempo que estoy en Madrid. Digo.
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