Conversación entre un músico y el mánager de Raimundo Amador, la semana pasada.
Léase con acento sevillano.
El Mánager - Tuvimos menos gente porque salimos a tocar muy tarde, y la gente no aguanta tantas horas de concierto.
El Músico - ¿Qué pasa, que la gente ya no toma drogas?
El Mánager - Lo que pasa es que la gente ahora toma cocaína, y la cocaína es muy mala para ir a ver un concierto, porque sólo te entran ganas de irte. Donde sea, no sabes adónde, pero irte.
Para a continuación meterse en un lúcido monólogo sobre el uso de las drogas duras por parte del sistema para aniquilar cualquier movimiento de contestación juvenil contra lo establecido, citando a Noam Chomsky y, ejem, a Michael Moore.
A todo esto, el mánager de Raimundo es Javier García-Pelayo, histórico apoderado del rock andaluz, hermano del fascinante Gonzalo García-Pelayo -productor musical, director de cine, locutor de radio, tahúr y reventador de casinos-, e inventor junto a éste del fenómeno del rock andaluz en los 70. Ahí es ná.
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