Con la música a otra parte
El sábado cerramos definitivamente el Café Bizarre. Es posible que abramos de incógnito en Nochebuena, para juntarnos con nuestros amigos y liquidar las existencias, pero el cierre oficial fue el sábado, pasadas las tres de la mañana. No se trata sólo del cierre de un local de copas. Para Sebas y para mí es la despedida, probablemente para siempre, del mundo de la hostelería, de los vecinos, de la policía, de la hipocresía referente a las drogas, a los horarios de cierre, al aforo de los locales. Seguiremos con nuestros conciertos y nuestras fiestas (en cartera están Buzzcocks, Tonino Carotone, Albert Pla, Donovan, Vacabou y muchos otros), pero dudo que volvamos a tener nuestro propio local. En todo caso, este año y medio de Café Bizarre habrá servido para sacar adelante el segundo volumen de la recopilación que le dio nombre, que ya será póstumo pero está quedando muy apañadito, como su hermano.
La noche del sábado fue emocionante por muchos motivos. La mayoría de la gente que abarrotó el bar hasta los topes (fin de semana previo a la Navidad: cenas de empresa, vuelve-a-casa-vuelve, etc.) no sabía que cerrábamos, pero también se presentaron muchos amigos y habituales, dispuestos a dar el último adiós a un local que, sin haber llegado a ser un punto de referencia o un local de moda de la noche palmesana, sí ha sido único y con una fuerte personalidad, basada en una excelente selección musical. Y no está mal que lo diga yo, porque aquí no era yo el DJ, sino el camarero.
El bar estaba lleno, lo estuvo toda la noche, y Jordi Diablo, el último selector musical del Café Bizarre, recién llegado de Barcelona, se sacó de la manga una ecléctica sesión que fue de Yann Tiersen a Corcobado, de Suicide a David Bowie y Barry Adamson, y que consiguió arrancar aplausos en más de una ocasión. Cuando llegó el momento de la despedida, Jordi quería acabar con "I Know It's Over", de los Smiths. Obviamente, la idea de oir a Morrissey cantando "I can feel the soil over my head" no era muy halagüeña ni optimista para mí, ni se adapta a nuestro estado de ánimo al dejar el bar. Estamos cansados, pero no tristes ni derrotados, y sobre todo estamos muy orgullosos de nuestro esfuerzo. Un rápido escrutinio de los discos que había traído Jordi dejó clara la elección. La última canción que había de sonar en la historia del Café Bizarre no podía ser otra, y un aullido de aprobación generalizado confirmó el acierto cuando la voz de Frank Sinatra comenzó a entonar los primeros versos de "My Way":
And now, the end is near;
And so I face the final curtain.
My friend, I'll say it clear,
I'll state my case, of which I'm certain.
I've lived a life that's full.
I've traveled each and ev'ry highway;
But more, much more than this,
I did it my way.
Regrets, I've had a few;
But then again, too few to mention.
I did what I had to do
And saw it through without exemption.
I planned each charted course;
Each careful step along the byway,
But more, much more than this,
I did it my way.
Yes, there were times, I'm sure you knew
When I bit off more than I could chew.
But through it all, when there was doubt,
I ate it up and spit it out.
I faced it all and I stood tall;
And did it my way.
I've loved, I've laughed and cried.
I've had my fill; my share of losing.
And now, as tears subside,
I find it all so amusing.
To think I did all that;
And may I say - not in a shy way,
"No, oh no not me,
I did it my way".
For what is a man, what has he got?
If not himself, then he has naught.
To say the things he truly feels;
And not the words of one who kneels.
The record shows I took the blows -
And did it my way!
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