NOVIEMBRE
Noviembre es para mí, desde hace varios años -desde que Mamen me dio el soplo-, el mes de la revista Vanity Fair. Nada más acercarse la fecha de su inicio, en lugar de llevar flores al cementerio, que es algo que me atrae muy poco con lo feos que son aquí los cementerios, todos con sus fotos de jonatans y joshuas repeinados, todos los años, digo, corro al quiosco más cosmopolita que me caiga cerquita para devorar su número anual dedicado a la música. Pero este año me he llevado una gran decepción: donde los años anteriores había páginas y más páginas sin desperdicio, esta vez dedican a la música sólo una tercera parte de la revista, mientras que el resto lo ocupan sus -por otra parte, interesantes- artículos sobre las interioridades de la política estadounidense y las vidas, intrigas y debilidades de la alta sociedad norteamericana. En números anteriores se podía leer un reportaje de viaje en coche por la Ruta 66, o la historia del Brill Building, o la British Invasion en las voces de sus protagonistas.
Pero este año nos tenemos que conformar con un diario de gira de Led Zeppelin (¿hasta cuándo va a exprimir Lisa Robinson su pasado sin mirar hacia adelante? Ya parece Ordovás y su manía con la movida y los 80), el siempre instructivo Rock Snob's Dictionary y las fotos de Annie Leibovitz y otros ilustres colaboradores de la revista en el habitual portfolio final. Muy poco para lo que nos tenían acostumbrados. En fin, una pena.
"Noviembre" es también el título de otra pequeña decepción. Todo el mundo esperaba mucho de la nueva película de Achero Mañas después de "El Bola", pero el resultado esta vez ha sido más bien agridulce, aun sin desahuciar del todo a su director, que me parece una persona con la cabeza muy bien amueblada y las ideas muy claras. Aparte de mi alergia a los bongos, a las rastas y a todo lo crustie, el problema es que en ningún momento te acabas de creer a los personajes, y aunque al final se den de bruces con la realidad (lo mejor o lo más edificante de la película, aunque a veces esté mal actuado, son las declaraciones de los personajes derrotados, viejos, después de pasar por el tubo y tragarse sus ilusiones), la parte en la que supuestamente tienes que comulgar con su ideal de un teatro callejero y gratuito no sólo no contagia, sino que incluso inspira rechazo. Pero lo peor de todo, insisto, es que no hay manera de creérselos.
Para arte gratuito y callejero ya tenemos un ejemplo mucho más atractivo en la vida real, con el nuevo espectáculo de Astrud, que ellos han llamado "Marginales". Inspirados en lo que ellos llaman el clocharismo de Genís (o sea, el glamour barato con ropa de segunda mano), Manolo y Genís aprovechan su presencia en alguna ciudad con cualquier excusa para actuar prácticamente sin previo aviso, y por supuesto sin ningún tipo de producción, en medio de la calle. O bajo un puente, como hicieron en Bilbao, sublimando el concepto. Tocan sus canciones con un ukelele y una flauta, hacen versiones y coreografías, divierten a sus fans más acérrimos y a los sorprendidos paseantes, y al mismo tiempo ponen en práctica con elegancia, sentido del humor e inteligencia el utópico objetivo de esa fantasiosa compañía de teatro que se ponía el nombre de Noviembre porque la revolución anterior fue en Octubre. Y a estos te los tienes que creer, porque encima ponen fotos y videos en su web.
Achero, aprende la lección. Seguro que la próxima vez te sale algo bueno.
1 Comments:
A mi me encanta la película. Es una de mis favoritas.
Rocío
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