Asumo el riesgo: esto ya es prácticamente de facto un diario online, algo innecesario a estas alturas puesto que ya hay muchos y algunos muy interesantes, divertidos e incluso edificantes. Pero tampoco está mal dejar constancia de momentos que me resisto a dejar desaparecer así como así. Por otra parte, en breve pretendo aportar aquí algunas ideas que me rondan la cabeza desde hace semanas. Así que Bailar sobre arquitectura es una mezcla peculiar entre diario y dietario o cuaderno de notas y reflexiones varias. Interesante o no, depende de la intención con la que hayas entrado, y lo que sea que busques aquí dentro.
Ayer estuve paseando por Palma, y luego cenando, con Damon y Naomi, el célebre dúo folkie que estará actuando en la Cripta de San Lorenzo de Palma mañana por la tarde. Con ellos estaba Ira, un amigo suyo de Nueva York que es el agente literario de Dennis Cooper. Están, los tres más otra pareja -el primo de Damon y su chica- pasando unos días de vacaciones en Can Bovet, una casa alucinante en Sineu. Dentro de un rato me voy para allá. Ellos dicen que es tan maravillosa como en las fotos, así que tendré que comprobarlo en persona.
Durante nuestro paseo vespertino por Palma y la posterior cena, deliciosa, estuvimos hablando de mil cosas. De música, por supuesto: me pusieron al día sobre Mimi&Richard Fariña, una pareja de hippies pillados, familia de Joan Baez, con quienes suelen compararles, y también hablamos de Chickfactor, uno de mis fanzines preferidos desde hace años. Les comenté que por un pelo no consigo que Donovan asistiera a su concierto, y hablando sobre Kevin Ayers me dijeron que habían visto a Mike Rattledge en Londres, impecablemente vestido de traje y corbata. Parece que se alejó de la música y ahora trabaja en publicidad. Pero también hablamos de literatura, y de la industria del libro: no en vano compartía mesa con un agente literario y con los directores de Exact Change, una magnífica editorial independiente que a mí me descubrió, por ejemplo, el fascinante mundo de Denton Welch. Fue muy revelador poder asistir a sus comentarios sobre el mundillo literario, no tan distante del de la industria musical en muchos sentidos, pero mucho mejor organizado y con una calidad de vida mucho más elevada. Por supuesto, también mezclamos temas: en los Estados Unidos se considera la crítica musical como un género respetable, y algunos ensayos sobre rock ocupan primeros puestos en las listas de Non-Fiction.
También se habló mucho de cine y, cómo no, de política. Es reconfortante hablar con norteamericanos con dos dedos de frente, atentos a la peligrosa evolución de su país y, por ende, del resto del mundo.
Y hasta aquí una generosa ración de namedropping. Fue, ya lo he dicho, una velada realmente agradable.
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