El fin de semana mallorquín con Jonston y Ricardo ha sido fantástico. Tras recogerlos en el aeropuerto, paramos a comer una paella en el Molinar. Las cosas que empiezan bien continúan bien. Ensayamos en el local de The Redsuns (moltes gràcies!) para quitarnos un poco el óxido después de tres semanas sin vernos. Probamos sonido en diez minutos (la maldición del telonero), pero fuera por la pericia del técnico o -more likely- porque un power trio es fácil de sonorizar, nada más empezar el concierto estábamos cómodos y disfrutando sobre el escenario. Tocamos a gusto y sonamos bien, así que me muero de ganas de volver a tocar cuanto antes.
La noche continuó haciendo buenas migas con The Magnetic Band, pasando frío y paseando por Sa Pobla en un coche de policía, pero eso son otras historias que te puedo contar en privado si me pagas una caña.
Al día siguiente nos bajamos entre los tres unas setas a la plancha, un frito de bacalao y varios platos de arròs brut (arrock brut) por persona, que nos dejaron noqueados hasta que llegó la hora de volver al aeropuerto. Así da gusto salir a tocar.
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